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Canción triste de Nokia

septiembre 14, 2010

Hace sólo cinco años Nokia era la reina absoluta del mercado de los teléfonos móviles, con una diferencia abismal con el resto de sus competidores. Y no sólo eso: symbian, el sistema operativo con que funcionan los teléfonos de Nokia, era de largo el más desarrollado y completo de cuantos había. De hecho cuando se hablaba de posibles virus informáticos en móviles, siempre se hipotetizaba sobre la base de un Nokia, pues era Symbian era el único SO lo bastante complejo como para soportar un virus.

Un lustro después, la multinacional finlandesa ha pasado a formar parte del elenco de empresas que camina lentamente hacia el desguace, junto con Yahoo! y otros dinosaurios superados por la velocidad de los cambios en la era digital.

Tal vez no haya que ser tan duro. Nokia sigue siendo la líder mundial en la fabricación de móviles en números absolutos, tanto en unidades vendidas como en facturación. Sin embargo, el futuro no les pertenece y lo saben. Los Nokia tienen fama de buenos teléfonos y lo son sin duda, tal vez los más sólidos. ¿Cuál es el problema entonces? Al parecer, el quid está en que son tan sólidos como limitados. Por utilizar una metáfora, serían los teléfonos que la Unión Soviética fabricaría si el comunismo hubiera triunfado y hoy estuviera aún vigente.

Se pueden abordar las limitaciones de los móviles de Nokia por diferentes flancos. El primero sería el coyuntural: Nokia vende más móviles de gama media y baja que nadie (esos que NO se conectan a la red de datos) y por lo tanto se ve obligada a centrar sus esfuerzos en cuidar su negocio, hurtando posibles inversiones en innovación para seguir alimentando la caldera del teléfono que-solo-sirve-para-llamar-por-teléfono. Así, el presente puede seguir siendo suyo, pero el aciago futuro cada día se acerca más y ellos todavía no han dado con la tecla para poder competir con los actuales reyes de la gama alta: iPhone y Blackberry.

El segundo flanco es el de las limitaciones de hardware. Los «smartphones» de Nokia (esos que SI se conectan a la red de datos) tienen «un no sé qué» de tanque del ejército rojo que echan para atrás a muchos de los usuarios que marcan tendencia. En una ocasión un colega trató de convencerme de que su N98 era una máquina tan válida y elegante como mis teléfonos (BB Bold e iPhone), y para ello me mostró el proceso para acceder a Internet, en concreto a la página de Google. Por cortesía le concedí que era cierto «que se podía», pero no pude evitar la comparación mental con mi iPhone. Y ganó este último por goleada. Usar un Nokia requiere esfuerzo y concentración, algo totalmente contrario a las máximas de la experiencia de usuario. Se me puede rebatir que los componentes de un Nokia son de primerísima calidad, e incluso que el N8 lleva una cámara de 12 megapíxeles de resolución y lentes Carl Zeiss. De acuerdo. Pero bueno, si eso es de lo único que puede presumir un «smartphone» mal vamos…

El tercer flanco refiere al sistema operativo Symbian, que fue rey absoluto de los SO móviles y hoy es un zombie que deambula en su condición de software oficial de Nokia con un notable tufillo a desauciado. La empresa ya ha desarrollado MeeGo, el que se suponía que iba a ser el sustituto de Symbian, entre otras cosas porque puede trabajar con chips de mayor potencia y acepta arquitecturas más complejas que este último, pero de momento parece que prefieren guardarlo en el cajón de los desarrollos olvidados. ¿Por qué? Los prototipos fabricados con MeeGo tuvieron buena respuesta. O eso se dijo se (se habla de un problema de patentes, pero a saber…). Mientras tanto Symbian sigue allí, acogiendo nuevos desarrollos a los que puede dar asistencia con justeza y que a su vez parecen autolimitarse para no poner al sistema en un compromiso.

El cuarto flanco sería el del desarrollo de comunidad social y contenidos en nube con OVI, así como los mapas y bla bla bla…

En estas condiciones ha llegado el foro Nokia World esta semana a Londres. Las noticias de salidas y entradas en la dirección de la compañía se suceden de un modo incontrolado, dando un triste espectáculo y una sensación no menos patética de final de una era. El nuevo CEO, ante el cabreo a cara descubierta de muchos de los actuales directivos, será Stephen Elop, procedente de Microsoft. Sustituirá en el cargo a Olli-Pekka Kallasvuo a partir del 21 de septiembre, que se va de la empresa llevándose un buen pellizco.

Tal vez este cambio dé resultado y Nokia por fin se posicione en el mercado de los «smartphones» junto a Apple, HTC o Blackberry entre algunos otros. El futuro está ahí, pero no lo estará siempre. Si llega demasiado tarde, Nokia será historia en cinco años.

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