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En manos del señor Antonio

octubre 7, 2008
Foto de Daniel Lobo bajo licencia CC

Foto de Daniel Lobo bajo licencia CC

Lo que viene a continuación es la historia que un inmigrante ecuatoriano me relató en un trayecto desde el Ikea de L’Hospitalet a la plaza Universidad de Barcelona, sentados ambos en la cabina de un camión de transportes. No entro a juzgar si es cierto o no, exagerado o preciso, literario o verosímil. Lo expongo porque me parece tan ejemplificante como inquietante.

El señor Antonio llegó a España en 1999 procedente de Ecuador. Comenzó a trabajar subcontratado para Ikea como transportista y montador de muebles. En cuanto se estableció mínimamente, llamó a su mujer, su hijo y su cuñado. Todos encontraron pronto trabajo: ella como cuidadora de una pareja de ancianos; ellos también para Ikea como montadores y transportistas subcontratados.

Uniendo los cuatro sueldos, consiguieron el capital mínimo para dar la entrada para un piso en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) mientras un banco les financió una hipoteca a bajísimo interés sin casi exigencias. (El señor Antonio aseguró haber visto con sus propios ojos prestamos personales concedidos con nóminas falsas). El piso les costó en el año 2001 112.000 euros.

Al cabo de cuatro años decidieron poner el piso en venta para conseguir un capital extra con el que financiar la construcción de una casa en Ecuador, lugar al que siempre han pensado en regresar el señor Antonio y los suyos. Llegaron a ofrecerles 240.000 euros, pero rechazaron las ofertas por creer que todavía podían sacar más rentabilidad a la inversión, que podían vender más alto.

Sin embargo, esa oferta fue la última. A partir de entonces los interesados por el piso dejaron de llamar y el cartel de «se vende» cogió polvo. Ahora el piso se ha devaluado hasta los 180.000 euros, una cantidad todavía superior al precio de compra. Pero ya nadie llama para interesarse.

En este contexto de sobra conocido, al señor Antonio y a tantos otros, Ikea prescindió de sus servicios; rompió el acuerdo y los dejó sin contrato preferente. Lejos de desesperarse, ellos se apostaron con sus furgonetas y camiones a las puertas del Ikea de L’Hospitalet para ofrecer sus servicios más baratos. Allí siguen. Acechan a los clientes que salen del centro comercial con sus voluminosos paquetes y les proponen servicio de transporte por 40, 60, 100 euros… Precios irresistibles. Puede vérseles cada día de diez de la mañana a diez de la noche excepto domingos. Son caras indias, caucásicas, gitanas, eslavas… Tienen las lecciones del mercado bien aprendidas.

Un dia el señor Antonio echó cuentas y vio que hasta la fecha sólo había pagado los intereses de la hipoteca. ¿Cómo? Sencillamente porque dicho interés había multilicado por cinco su valor con la crisis económica. Si la letra inicial era de 400 euros, ahora estaba en torno a los 900 euros. Es decir, que si bien había comprado el piso barato, lo estaba pagando muy caro; y así debería ser durante los próximos 30 años…

El señor Antonio decidió dejar de pagar la hipoteca y pasar a la creciente lista de morosos hipotecarios. Entre otras razones porque en sus planes está volver pronto a Ecuador, y si quiere hacerlo con un mínimo de capital para construirse una casa, no puede pagar una hipoteca de casi 1.000 euros.

Han pasado cuatro meses hasta que el banco se ha puesto en contacto con el señor Antonio, y no ha sido para reclamarle los impagos o amenazarle, sino para hacerle una propuesta desesperada: el banco se queda el piso, pero a cambio el señor Antonio paga un alquiler razonable y mantiene la opción de volver a retomar la hipoteca en cuanto pase la crisis y de este modo recuperar el piso. El señor Antonio aceptó.

Pero sigue pensando en regresar en tres años a Ecuador, y entonces se desentenderá de la hipoteca. Al banco no le quedará más remedio que quedarse con un piso devaluado y de difícil liquidación. ¿Uno o un millón? ¿Cuántos señores Antonio hay?

A mí me parece comprensible lo que hace el señor Antonio; el capitalismo es eso: El fuerte explota las necesidades del débil en nombre del supuesto beneficio mútuo. Ahora el señor Antonio, que es el fuerte porque no tiene nada que perder, explota la necesidad de liquidez del banco. Sin embargo, rezo porque el señor Antonio decida volver lo más tarde posible a Ecuador.

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6 comentarios

  1. I recently came accross your blog and have been reading along. I thought I would leave my first comment. I dont know what to say except that I have enjoyed reading. Nice blog.

    Tim Ramsey


  2. me temo que hay más señores Antonio de lo que imaginamos
    bsos


  3. Trackback from Benyi Arregocés…


  4. […] En manos del señor Antonio300holandesas.wordpress.com/2008/10/07/en-manos-del-senor-an… por peregrino hace pocos segundos […]


  5. Hola!!
    Espero que no te importe, he recolgado el texto en nuestra «web-blog-zine» o algo así… 🙂 Es una historia interesante, también (si no te importa) me gustaría proponerlo para la próxima edición impresa de nuestra revista.

    Felicidades por el blog.

    Te invito a que bichees http://www.alifa.org y en especial la edición impresa.

    Gracias.


  6. Sin problemas Rubén.
    Gracias a ti.



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